jueves, 31 de enero de 2013

Tres historias de domingo: FELIZ AÑO NUEVO CHINO

La alianza de civilizaciones (GLH)

Doscientos metros después de cruzar las puertas de dos inmensos dragones en Chinatown, encontré a un nutrido grupo de chinos alrededor de un par de locales. Delante de los mismos tenían varias mesas con grandes bandejas de comida.

Turista caucásico (GLH)

Políticos españoles en tumbona
 Una de las claves de viajar solo, es que como no tienes con quien hablar ni nadie que pase verguenza ajena, te da igual pararte, preguntar y ser tu mismo. Sin duda es una de las formas más puras de visitar cosas y conocerse. Así que me puse a investigar. Primero pregunté a un par de tipos de mediana edad, pero creo que les superaba con mi nivel de inglés de la Logse (creo que llegué a recibir clase  durante un par de años). No hubo mucha comunicación entre nosotros.

Delante de la celebración, habían dispuesto un par de docenas de sillas acolchadas donde había algunos individuos sentados comiendo o simplemente charlando entre ellos. En la última fila había un chico joven. Era mi presa perfecta, seguro que sabía decir el ‘guan chu tri’ y hasta el nombre del presidente. Mi última esperanza para meterme en el festejo.

Y tuve suerte. El muchacho tenía idea de la lengua, 19 años, se llamaba Wii (como la mierda esa con mandos que te hacen sudar y mandar caparazones en el Mario Kart que tanto echo de menos), había trabajado en recursos humanos en el ejército americano y ahora estudiaba en la universidad.

Políticos en misa de 11
Rica y fría comida por la patilla
Me explicó que según él, no profesaban ninguna religión. Sin embargo, tenían toda la pinta de budistas. Wii me contó que hacían ofrendas para la buena suerte. Habían asado 5 cerdos descomunales. Muy crujientes, con una mezcla de especias imposible de descifrar. Estaban jugosos y una señora (que resultó ser la madre de la consola de Nintendo) me sirvió lo que decía que eran las mejores partes. Además la gente se llevaba cargamentos y cargamentos de comida de la allí preparada a su casa en grandes cajas de cartón. Muy higiénico.

Probé varios tallarines, un pollo que había y el arroz. Había palillos y cubiertos, le pregunté a mi colega qué usaba. Y me confesó que ambos. Suelo ser un intrépido aventurero, pero en este caso, comiendo de pie, fui un conservador. Cuchara como los bebés y como la mayoría de los asiáticos que allí se congregaban.

Y como no hay homeless en LA, se me volvió a acercar uno. Este tenía bigote (pero no era mexicano) y al pobre le faltaban varios dientes. Iba aseado pero apestaba a alcohol. Me tiró mientras hablaba algún que otro felipe de un tamaño descomunal. Pero no necesitaba una segunda ducha. El hombre me escuchó que trabajaba en medios audiovisuales y como yo encontré a Wii para satisfacer mi curiosidad, él intentó que le explicara el funcionamiento de las cámaras de vídeo digitales. Y claro, no se quedó muy convencido con lo de las tarjetas y los ceros y unos. Pero mi ingeniería no da para más.

Intercambié teléfono y redes sociales con Wii. Un gran anfitrión para un gran año nuevo que nos espera. Japi niu chinese yir.

Fin de las historias de domingo.

Hasta la siguiente desde... Downtown (el centro de LA)!!!!

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