martes, 26 de febrero de 2013

Los Oscars

Muy bien, gracias. La alfombra roja no es como la pintan, es azul y la cambian en un ordenador. Los famosos apestan a alcohol. Especialmente a whiskey como George Clooney. Me dieron cocaína y otras drogas aún por inventar excepto para ciclistas. Fiestón.

No. En realidad vi la ceremonia en casa del vecino. En amistosa compañía. Cerveza pizza y porra sobre los premios. Acerté casi todo. Incluidos cortos de animación y de ficción que vi en una sala al lado del barrio.

Me falló la Jennifer Lawrence, que con su belleza me nubló su actuación en favor de su tocaya Chastain. Y también erré con el director taiwanés. Con su sobrevalorada arca de Noé de Badulaque o 7/11 que tanta religiosidad parece que transmite.

Previsibles, con un buen presentador y con actuaciones musicales demasiado largas. Puede sonar a paletada, pero los Goya me parecieron con más ritmo y humor. Pero juegan en otra liga.

Hasta la siguiente desde Hollywood!!

miércoles, 20 de febrero de 2013

El autobús del terror II

El mini Eminem (GL-H)
Los buses de Los Ángeles, pueden ser todo lo asquerosos y malolientes que queråis. Pero sin duda son una fuente inagotable de historias, anécdotas y chascarrillos.

En esta segunda entrega, mucho menos espectacular, quiero dejar detalles de lo vivido en esos carros motorizados.

Una soleada mañana (como si fuera algo raro al sur de California), en la parada empezaron a discutir una pareja de afroamericanos. Entraron conmigo al bus y se sentaron con sus dos hijos cerca de mí. Los niños, preciosos pequeños color chocolate de unos 7 años y gemelos, habían sido vestidos cual rapero molón de la MTV. Con pendientes, gorra y toda la parafernalia del Hip Hop. Sólo les faltaba la ‘cadenaca’ de cuero. Uno de ellos, al ver que no les hacían caso, se puso a llorar. Preguntaban cosas sobre las paradas y el viaje a sus progenitores. Ni puto caso. Eran sin duda malos padres.

Otro día, unos horteras se piropearon mutuamente. La que inició los halagos era una señora de unos 50 palos que llevaba un sombrero como para ir a ver las carreras de caballos pero en negro. El tipo que recibía el cumplido, era un muchacho en la veintena, con unas mallas de leopardo prietas y farda paquete. Además iba peinado a lo Elvis-afro. Típico de las américas liberadas.

Un momento que también me llamó mucho la atención relacionado con la ropa, fue cuando un muchacho de unos veintipocos con muletas y pintas de Eminem color azabache, se dirigió a un señor de mediana edad para ofrecerle comprar su sudadera de publicidad. El chico se encaprichó con la prenda un poco retro y le ofreció 40 turkeys (o pavos en castellano en su defecto) al señor. A pesar de la insistencia del muchacho, que le rogó que le pusiera precio, el hombre de la sudadera, dijo que tenía valor sentimental y no la vendió. No pude ver mi primera transacción espontánea en un bus. Lástima.

Un fin de semana, que tenía que desplazarme por la mañana, me encontré en West Hollywood (el Chueca angelino con pasos de cebras multicolores) con un tropel de drags/travelos que todavía conservaban parte del maquillaje. Aparte de parecer un gallinero el lugar por la cantidad de plumas y el alboroto, se pusieron a comer. Me llamó la atención su dieta: pollo asado a las 10 de la mañana y fresas. Todo muy típico, el desayuno machote: birra y pizza, el invertido: fresas y aves sin plumas. Lo que aprende uno yendo en transporte público.

Muchas veces, no funciona la máquina dónde pagar. Si vas con tarjeta, pagas. Si no. Viaje gratis. Sin embargo, luego cuando un yonki-mendigo-persona rara, no quiere/puede pagar, montan un pollo enorme para que pague. Coherencia.
Señor que hablaba solo

Mi bici en el bus del terror con miedo a conductores asiáticos

viernes, 15 de febrero de 2013

Desde La Senda al paseo de la Fama (colaboración con El Correo)


Hoy os voy a colgar una colaboración que he hecho con el diario local vitoriano El Correo para su edición digital. No cuento nada nuevo para esta bitácora, lo único llamativo para los fieles lectores, son algunos guiños a la tierra que me vio nacer, crecer y defecar. Muchas gracias.

http://www.elcorreo.com/alava/ocio/201302/15/vitoriano-hollywood.html


Nací en Txagorritxu en el 86 y vivo en Los Ángeles desde hace un par de meses. Como buena parte de mi generación, nos ha tocado vivir la famosa fuga de 'cerebros'. Volveremos. Mientras, hay que disfrutarlo y dar el callo en ultramar. De momento, voy a estar seis meses con una maravillosa beca del Gobierno vasco para trabajar en el extranjero, en este caso en la Meca del cine occidental.
Hollywood son varios barrios de Los Ángeles. A lo grande, como todo en este país. En lugar del paseo de la Senda, tienen el paseo de la Fama. A las pocas horas de aterrizar, debido a que estoy en una empresa audiovisual que cubre los eventos relacionados con el mundillo de las estrellas, estuve durante la presentación de la estrella en el paseo de Hugh Jackman. Me hizo mucha ilusión verle al australiano ya que mi abuela es muy fan de una de sus películas. Deberían hacer lo mismo en la Senda. Un buen reclamo para turistas: la estrella de Juanito, Martín Fiz o, por qué no decirlo, Iker Jiménez. Al menos aquí funciona.
Los Ángeles, la ciudad, es inmensa. Es lo opuesto totalmente al modelo sostenible gasteiztarra. La gente va en coche a todos lados con atascos eternos. Y el transporte público es... digamos simplemente que para gente con pocos recursos. Pese al glamour que puede tener la ciudad, sus autobuses son deplorables. He vivido momentos tensos, de gente que no quería pagar o que se caía de la borrachera que llevaba a las seis de la tarde. Incluso algún compañero de viaje me ha ofrecido alcohol en marcha para hacer la travesía más amena.
Las grandes diferencias sociales son algo evidente nada más bajar del avión. Yo he podido ver al 'malo' de la temporada pasada de Dexter (que es hijo de Tom Hanks) comprarse un café, mientras en la calle se paseaban mendigos con carritos de la compra. Da pena ver que en una ciudad donde mucha gente excreta dinero, haya tantas personas que duermen en la calle.

Superbowl y el 'streaming' del Glorioso

Recientemente, he tenido el placer de asistir a una de las celebraciones mås americanas que existen: la Superbowl de fútbol americano. No estuvo mal, pero me quedo con mi 'streaming' del Glorioso por la tele o por la radio mientras desayuno, cosas del cambio horario. Se hace raro, sí, pero esta temporada no es una mala razón para madrugar. Sin embargo, lejos de ver el partido de la final de las ligas americanas con los auténticos trozos de pollo frito y lugareños bebiendo cerveza, estuve con unos colegas filipinos que me invitaron a su casa.

Gracias a la generosidad y la hospitalidad de esta gente, he podido descubrir que la conquista del país asiático les ha dejado gran cantidad de palabras en su vocabulario de la lengua de Cervantes. Incluso comen una cosa similar a la paella que llaman 'arroz valenciana'. Además ese mismo día después del partido, uno de los filipinos nos enseñó dónde vive: en una mansión de Beverly Hills. No era el propietario sino el cocinero-portero de una familia que vive en un complejo que tiene tres edificios: uno enorme para el servicio (en el que estuve), otro para los dueños y otro para invitados. Cada uno con su correspondiente piscina. La finca era de semejante tamaño que desde el garaje de la entrada hasta el edificio principal se desplazan en carrito de golf.

El 'Bollywood' californiano es una ciudad cosmopolita a rabiar. Podrías comer cada día del mes en una tasca étnica diferente. Los barrios, a parte de los exclusivos Bel Air y Beverly Hills donde se 'hacinan' las estrellas, están separados por muchas zonas diferenciadas de los inmigrantes que fueron poblando el centro de la industria del ocio gracias al clima templado que hace todo el año. No se llevan los trenes de castañas para combatir el inexistente frío.

Por un lado, hay un barrio chino espectacular en el que no se oye hablar inglés, otro coreano, japonés, armenio, mexicano, zonas de salvadoreños, la pequeña Etiopía... Es la ONU en torno al 'show business'. Lo llamativo y raro es encontrarse con oriundos de la ciudad. En general la ciudad no es especialmente bonita. El glamour de unas zonas contrasta con unos céntricos rascacielos rodeados por kilómetros y kilómetros de casas y oficinas de no más de dos alturas. ¿Redensificaciones? No, gracias.

Hace unas semanas estuve en los Globos de Oro (sí, como diría el tópico la antesala de los Óscar). Nada destacable. Mucho postureo y muchas caras conocidas. Pude pisar la alfombra roja, pero nadie se fijó en mí. Bueno sí, una pareja de mexicanos, para que me apartara y se sacaran una foto.
Sin duda lo que más echa un alavés de menos en estas tierras (a parte de su querida familia y amigos), es poder tener un sitio donde pasear y tomar algo. Aquí andar es de pobres. Aparte de la playa de Santa Mónica, donde Schwarzenegger se 'mazaba' antes de ser gobernador, es raro ir a tomarse una caña por ahí. Cuando van a los bares, van a emborracharse. Y les echan si les notan un poco achispados. A ver cuando inventan el pintxo-pote por Skype y nos tomamos algo. Un saludo desde Hollywood.

martes, 12 de febrero de 2013

Mi Must, segundo mes


Ha sido un mes diferente, de transición hacia una ‘normalidad’ en el otro lado del charco. Se acaba la novedad y ya no hay tantas cosas guays que hacer por primera vez. El niño con zapatos nuevos, ya los tiene un poco desgastados. Estoy perdiendo la inocencia de un recién llegado. Los ojos de sorpresa y asombro me están convirtiendo en un angelino más. Pero bueno, uno va aprendiendo poco a poco algo del idioma de Scarlet Johanson (sí, se abusa a otorgarle la exclusividad del idioma a Shakespeare) y de una gran ciudad.

CHECKS

Granizado dulzón, Fresisuis (GLH)
He tomado un Fresisuis como en los Simpson. Era rollo light y de melocotón y mandarina. Rico, dulzón a rabiar. Una especie de granizado con gelatina en el fondo. Otra guarrada americana más.

Ir a una entrega de premios. Creo que alguna mierda ya he escrito sobre los Globos de Oro. Nada del otro mundo.


NUEVOS MUST


Ducharme en una boca de agua callejera para apagar los incendios.

Ver una pelea de barro/ concurso de camisetas mojadas (no es machista, pueden ser hombres corpulentos los que participen, o no?)

Conocer a un abogado picapleitos con camisa hortera.

Ponerme una camiseta con una mano señalando que estoy con un estúpido.

Comer en una furgoneta callejera (CHECK). Tenían hasta Facebook. Nos llevan años de adelanto...

Que me limpien el coche colegialas para irse de viaje de fin de estudios. El problema es que no tengo coche que limpiar. Pero si no, la bici.

Ir a Las Vegas y decir: “Todo al rojo!” Y el pobre Carrillo se revuelve en su tumba...

Disfrazarme para ir a un estreno de cine

Participar en una batalla campal de comida. Con espaguetis con albóndigas, como debe ser.
Comprar algo por Internet a un desconocido y que te lo lleve a casa (CHECK). Ya tengo sofá, muy barato y traído a casa por una actriz galesa. Limpio y nuevo. Ya hago vida de salón.

sábado, 9 de febrero de 2013

Kung Fu Panda LA

Los pandas son los animales más tiernos y maravillosos del mundo. Por  eso también han elegido Los Ángeles para vivir. Sí, es una frikada de post. Pero es bonito y a los pandas les hace ilusión. Aunque no me he comprado ningún artículo de los aquí expuestos ni he maltratado a estos animalillos para realizar esta pieza.
¡Hasta la siguiente, desde California!

Panduches de todo tipo en Chinatown
Pandas de plástico (como las famosas de LA)

Gorro Panda. Mucho menos cool que uno que tengo de unos grandes amigos traído importado de Bruselas

Panda mochila, para llevar bambú y otras pertenencias

En China son comunistas, pero aquí no se enteran

Aquí unos pandas cocinan un rico pollo al sésamo en West Hollywood.